CM. Carta de un adjunto a un residente que emigró. Dr. Gustavo Villasmil

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Recopilación cortesía del Dr. Rafael Muci-Mendoza, Academia Nacional de Medicina, Individuo de Número Sillón IV

Querido joven colega mío:

Colgada del perchero quedó una bata blanca con tu nombre bordado en el bolsillo. Los dos caramelos que encontramos en él nos los comimos, para serte franco. Por allí hemos visto también, abandonadas por tu pies, el par de “cholas crocs” de imitación china con las que por años anduviste buscando a Dios por los rincones de este hospital, angustiado por tanta carencia, tratando de hacer lo que se pudiera y hasta un poco más por el enfermo de esta o de aquella otra sala.

Nada ha vuelto a ser igual desde que te fuiste; ni la revista de lunes por la mañana, ni la preparación para los exámenes o de los casos clínicos. Ya casi nadie cuenta chistes ni nos pide préstamos invariablemente impagos para poder invitar a un café a la bonita residente del servicio de al lado.
Contigo y con tu generación se marchó la alegría, esa fuerza vital capaz de mover montañas con tal de hacer posible la cirugía o el tratamiento que cambiaría el drama del enfermo a tu cargo en esperanza real de curación.

No tienes que explicarte conmigo. Te marchaste porque ni vida ni sueños eran ya posibles para ti en una Venezuela en la que cualquier dadiva del Gobierno a los portadores de un carnet es de lejos superior al mísero salario que recibías por 60 horas semanales de trabajo intenso en el hospital; de día y de noche, lo mismo un lunes que un domingo, en Navidad, el natalicio del pillo de Ezequiel Zamora o en cualquier otra efeméride.

4 comentarios en “CM. Carta de un adjunto a un residente que emigró. Dr. Gustavo Villasmil”

  1. Me gustó la despedida. Se que emigró. Pensé que había muerto menos mal que no escaso. Seguro que verá muchas residentes dras. En el servicio del lado o en otro piso y siempre sonriente y respetuoso la invitará a un café. Muy bonito

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