
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado al brote internacional de la viruela del mono (viruela símica o monkeypox) como una “Emergencia de Salud Pública de Preocupación Internacional”, poniéndola en la misma categoría de urgencia que la pandemia de la COVID-19 y la erradicación de la poliomielitis. Esa decisión debe llevar a todos los países a reconocer la gravedad de la situación y a implementar las medidas apropiadas de manera coordinada.
Aunque la viruela del mono ha sido endémica por varios años en ciertos países de África Central y Occidental, desde principios del pasado mes de mayo el virus se ha extendido a 75 países, alcanzando hasta ahora unos 16,000 casos, con cinco fallecidos. Aunque el brote es moderado en Venezuela, donde se ha confirmado un solo caso, ahora es el momento de actuar con energía para prevenir la diseminación del virus, ya que un objetivo de la salud pública es prevenir las epidemias antes de que las mismas se salgan de control. El virus del monkeypox puede transmitirse por contacto íntimo directo con fluidos corporales y lesiones cutáneas, por gotitas respiratorias de personas infectadas, y por contacto indirecto con superficies y materiales tales como ropa, toallas, ropa de cama, cubiertos y platos de personas infectadas.
Aunque el virus comenzó a transmitirse entre redes sociales de hombres que tienen sexo con hombres, se sabe que ya hay casos entre mujeres y niños. Mientras tanto, es crítico que las personas más afectadas reciban los cuidados preventivos y terapéuticos necesarios, sin peligro de estigmatización o menoscabo de sus derechos humanos.
La Academia Nacional de Medicina recomienda que, para implementar esta decisión de la OMS, el gobierno nacional debe:
1) Declarar una alarma sanitaria que permita movilizar recursos y emprender las acciones necesaria, en colaboración con la sociedad civil y con estricto apego al respeto de los derechos humanos;
2) Asegurar la transparencia en el manejo de información con el debido respeto a la privacidad;
3) Reforzar la capacidad para el diagnóstico molecular y el monitoreo genético del virus;
4) Desarrollar programas de vigilancia epidemiológica activa, incluyendo en las clínicas de infecciones por transmisión sexual; y
5) Comenzar las diligencias apropiadas para garantizar el acceso futuro a antivirales y vacunas contra el monkeypox.
La Academia Nacional de Medicina continuará monitoreando la situación y haciendo las recomendaciones pertinentes.