BM. Volumen 8, No. 87, Marzo 2016

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Sección I – Editorial
Rafael Muci-Mendoza 2016-8-87-I-99
Elogio de la vieja terapéutica… Elogio de las sangrías, las lavativas y los sapos
Chismes del pasado dan cuenta que en 1686, Charles II de Inglaterra, Escocia e Irlanda(1630-1685), llamado ̈el alegre monarca ̈, en el trigésimo séptimo año de su reinado ocurrióle que cuando era afeitado de improviso emitió un sonoro grito y se fue al suelo cuan largo era mientras era sacudido por severas convulsiones. ¿Qué hacer…? ¡Él no podía imponerse sus propias manos! De acuerdo a los conceptos médicos imperantes en su época, era mandante sacar la enfermedad recién aposentada por cualquier orificio, natural o antinatural que existiere o fuera necesario crear… Y así, fue tratado por doce desesperados galenos, quienes aplicaron toda su sabiduría sobre la humanidad de su alteza real, pues mientras más poderoso uno sea, más médicos meterán su cuchara en el morado caldo corporal en que uno se transforma… Si no mírese el triste y penoso caso del Único en Cuba, pero de eso nos ocuparemos otro día… El celebrado caso está pormenorizado en las memorias de Sir Charles Scarborough (1615-1693), quien ocupaba la posición de honor de ser el ̈jefe médico del rey ̈. Ese día, él y sus asistentes con la ayuda del Más Allá, no dejaron piedra sin remover.

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