Rafael Rangel-Aldao, Editor
El anuncio presidencial del 21/03/2021 sobre el Carvativir causó un revuelo en la audiencia del Portal Digital y CientMed, al punto que los usuarios activos de ese día pasaron de 200 a 3.823 a partir de las 06 PM hasta la medianoche, es decir, a los tres minutos de la publicación del tweet que reproducimos arriba se disparó el interés de nuestros usuarios en la noticia. Los comentarios en el Portal Digital, dentro y fuera del país, respondieron todos a una nota editorial de CientMed del 25/01/2021 sobre la naturaleza química, bioquímica, y farmacológica del carbacol, la sustancia activa del Carvativir. En otro editorial, del 26/01/2021, explicamos las condiciones que debe llenar un medicamento para ser considerado como tal, al responder a la siguiente pregunta, ¿Qué determina el paso de candidato a medicamento contra una enfermedad? El nuevo anuncio sobre la próxima disponibilidad del Carvativir a escala nacional, sumado a los casi cuatro mil usuarios de ayer y los 1.701 de hoy, cuando aún no termina el día, nos impulsa a retomar el tema y actualizar la información ocurrida en estos dos meses transcurridos desde el 25/01/2021.

En la nota editorial del 25/01/2021, se llegó a la siguiente conclusión sobre el Carvativir como producto químico derivado de una planta tradicional con aparentes propiedades medicinales, el tomillo:
Hay una sola conclusión válida con la información que hasta ahora es del dominio público: los extractos de tomillo, incluyendo muchos de los aceites esenciales derivados de esa planta, tienen el potencial terapéutico contra coronavirus, sin embargo, es prudente esperar por mayores datos de las pruebas del Carvativir, según los protocolos internacionales descritos arriba para calificar como candidato a medicamento anti Covid-19. Esperemos que así sea, y se convierta en realidad esta futura noticia.
Para dar mayor claridad a este asunto de los derivados del tomillo, entre ellos los aceites esenciales, publicamos una reseña extensa en español de un artículo en inglés, sobre la Composición química de los aceites esenciales de Thymus vulgaris, Cymbopogon citratus y Rosmarinus officinalis y sus efectos sobre la función de la proteína Tat del VIH-1. Chemistry & Biodiversity, 29/12/2017. De igual forma, y para complementar esa información científica, acompañamos la nota editorial sobre Carvativir, del 25/01/2021, con otra reseña de corte científico con el título de, Una revisión actualizada y completa del potencial antiviral de los aceites esenciales y sus componentes químicos, con especial énfasis en su mecanismo de acción contra varios virus de influenza y coronavirus. Microbial Pathogenesis. Como resumen de esta información, se llegó a la siguiente conclusión:
Este artículo de revisión se centra principalmente en el potencial antiviral de los aceites esenciales y sus componentes químicos, especialmente contra la influenza y los coronavirus. Los aceites esenciales se han examinado contra varios virus patógenos, incluida la influenza y otras infecciones virales respiratorias. Se ha reportado que los aceites esenciales de canela, bergamota, limoncillo, tomillo y lavanda ejercen potentes efectos antivirales contra el virus de la influenza tipo A.
De estas explicaciones científicas se desprende que los derivados del tomillo como los aceites esenciales y el propio carbacol, deben tener cierta actividad contra los coronavirus como el SARS-CoV-2, sin embargo, «del dicho al hecho hay mucho trecho» pues hasta ahora, desde el anuncio presidencial original del 25/01/2021, no hay ninguna publicación científica arbitrada que demuestre la seguridad y eficacia del Carvativir, como tampoco aparece sobre este asunto reporte alguno en las bases de datos sobre ensayos clínicos como ClinicalTrials.gov, o de la OMS, como por ejemplo, COVID-19 Studies from the World Health Organization Database. La búsqueda al respecto produce una sola respuesta: «No results for Carvativir«.
¿Por qué es tan importante la demostración científica y clínica del Carvativir como medicamento anti COVID-19? Esta es la pregunta obligada, explícita o tácita, contenida en más de 50 comentarios recibidos en CientMed sobre ese tema. La respuesta radica en las múltiples etapas que son absolutamente necesarias para demostrar la seguridad y eficacia de un candidato a medicamento:
1) El descubrimiento de un agente terapéutico puede ser de tipo observacional o racional, descubierto de manera accidental como fue el caso de la penicilina por Alexander Fleming en 1928, que le valió el Premio Nobel de Medicina en 1945. Pero también puede resultar el nuevo medicamento como producto de invenciones basadas en el más puro razonamiento e intuición científica, con una hipótesis de por medio, como fue el caso de los bloqueadores beta adrenérgicos y la posterior síntesis de propanolol, un agente químico contra las alteraciones del ritmo cardíaco, la insuficiencia cardíaca y la hipertensión arterial, que le mereció el Premio Nobel de Medicina a James Black en 1988.
2) Una vez conocida la acción medicinal del candidato a medicamento, viene una ardua etapa de investigación básica, preclínica y clínica para demostrar, entre otros mecanismos, cómo actúa el compuesto químico o biológico y si además del efecto deseado, también se afectan otras rutas y funciones del organismo humano. Hay que tener presente que por más especificidad que tenga una molécula terapéutica, rara vez actúan éstas como «balas mágicas» por cuanto el cuerpo humano funciona como un sistema donde todo está relacionado entre sí, con múltiples interacciones entre las partes. Es por tal razón que ocurren los efectos colaterales, algunos indeseables y otros buenos, como el del sildenafilo o Viagra, por ejemplo, que se diseñó para tratar la hipertensión arterial y el efecto colateral terminó siendo el más usado. Otro aspecto importante del mecanismo de acción de un candidato a medicamento antiviral por ejemplo, es el hecho que para que sea calificado como eficaz, digamos in vitro en cultivos celulares, no necesariamente será considerado como eficaz y seguro en seres humanos. Es el caso del remdesivir, que es capaz de bloquear la replicación del coronavirus SARS-CoV-2 in vitro e in vivo, solo que el efecto es parcial y por ello, no salió bien en los ensayos clínicos de la OMS.
3) La siguiente etapa es la de los ensayos clínicos, la más costosa de todas las 3 fases sucesivas hasta llegar a pruebas con decenas de miles de voluntarios bajo condiciones controladas, aleatoria, con placebo, y doble ciego, que demanda múltiples exámenes bioquímicos y clínicos. Para tener una idea sobre el costo del desarrollo de un medicamento por las grandes farmacéuticas, está en el orden de los 1,5 millardos de dólares, después de diez o más años de experimentación.
4) Esta etapa IV también es compleja pues corresponde a la evaluación regulatoria por agencias muy experimentadas e influyentes como la FDA en Estados Unidos y la Agencia Europea de Medicinas en la Unión Europea, AEM. Para ello las empresas farmacéuticas tienen departamentos especializados con centenares de técnicos, capacitados para emprender la enorme tarea de pasar con éxito por las doce fases que tienen agencias como la FDA.
5) La quinta etapa es la fármaco vigilancia del medicamento en el mercado, es decir, del comportamiento del medicamento en el mundo real una vez que tiene la aprobación de las agencias reguladoras, y verificar su efectividad y seguridad real, los efectos secundarios, además de las ventas, competidores, y la percepción pública.
El Carvativir tiene un largo recorrido por delante.
Muy claro gracias