En los pacientes que se enferman gravemente (5 %) el virus puede atacar: 1) el sistema respiratorio, donde produce inflamación severa, dificultad para respirar y bajo intercambio de gases, lo cual determina falla de múltiples órganos por falta de oxígeno, 2) los riñones, llevando a insuficiencia renal que amerita tratamiento con diálisis, 3) el corazón y los vasos sanguíneos, produciendo insuficiencia cardíaca o síntomas similares a un infarto; 4) el sistema nervioso central donde puede causar encefalitis y meningitis y llevar al coma, 5) el virus puede alterar la coagulación sanguínea y producir obstrucción de vasos sanguíneos y embolias, 6) atacar el tracto gastrointestinal y producir diarrea. Algunos pacientes presentan una respuesta inmunológica exagerada, una tormenta inmunológica, la cual puede agravar la inflamación en diversos tejidos. En fin, al virus penetra y destruye las células que tienen su receptor, ACE-2, el cual se encuentra ampliamente distribuido en el organismo. La enfermedad grave es muy compleja y las causas de muerte múltiples, incluyendo efectos secundarios del tratamiento.
La infección comienza cuando una persona infectada expulsa gotas cargadas de virus y otra persona las inhala, el nuevo coronavirus, llamado SARS-CoV-2, ingresa a la nariz y la garganta. Encuentra un hogar bienvenido en el revestimiento de la nariz, según una preimpresión de científicos del Instituto Wellcome Sanger y de otros lugares. Descubrieron que las células allí son ricas en un receptor de la superficie celular llamado enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2). En todo el cuerpo, la presencia de ACE2, que normalmente ayuda a regular la presión arterial, marca los tejidos vulnerables a la infección, porque el virus requiere que el receptor ingrese a la célula. Una vez dentro, el virus secuestra la maquinaria de la célula, haciendo innumerables copias de sí mismo e invadiendo nuevas células. A medida que el virus se multiplica, una persona infectada puede eliminar grandes cantidades de él, especialmente durante la primera semana más o menos. Los síntomas pueden estar ausentes en este momento. O la nueva víctima del virus puede desarrollar fiebre, tos seca, dolor de garganta, pérdida de olfato y sabor, o dolores de cabeza y cuerpo…