Luis C L Correia, et al. DOI:https://doi.org/10.1016/S0140-6736(22)00338-5
Recopilado por Carlos Cabrera Lozada. Miembro Correspondiente Nacional, ANM puesto 16. ORCID: 0000-0002-3133-5183. 27/03/2022
El 20 de enero de 2022, en un movimiento sin precedentes, el Secretario de Ciencia, Tecnología e Innovación de Brasil anuló la directriz brasileña para el tratamiento ambulatorio de COVID-19. La guía fue originalmente demandada por el Ministerio de Salud, desarrollada por un equipo de académicos, especialistas y analistas de tecnologías de la salud, de acuerdo con la metodología GRADE-ADOLOPMENT.1 La guía, que recomendó en contra del uso de medicamentos sin pruebas científicas de eficacia, como la hidroxicloroquina y la ivermectina,2 fue finalmente aprobado por el Comité Nacional de Incorporación de Tecnologías sanitarias (CONITEC) en diciembre de 2021. En el sistema de salud pública brasileño, CONITEC tiene un papel central en la evaluación y recomendación de la implementación de tecnología sobre la base de los paradigmas científicos de eficacia, efectividad y costo-efectividad.Desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, ha habido un debate interminable y polarizado sobre el uso de terapias no probadas para COVID-19 en Brasil, que, combinadas, se conocen como COVID Kit. COVID Kit fue popularizado por un gobierno federal populista y, desafortunadamente, fue adoptado por algunos miembros de la comunidad médica que no reconocieron los principios del razonamiento científico en la toma de decisiones médicas.
Paradójicamente, la decisión anticientífica en contra de la directriz fue tomada por un secretario de ciencia. La decisión fue acompañada por una larga nota de justificación, que hizo uso de la jerga epidemiológica para definir una lógica que claramente violaba los principios científicos básicos. En primer lugar, sugirió que la significación estadística no debería ser una condición necesaria para establecer la eficacia del fármaco; en segundo lugar, propuso los criterios de Bradford Hill como un medio para afirmar la eficacia del fármaco en ausencia de observaciones empíricas controladas, como ensayos clínicos de gran y bajo riesgo de sesgo; y, por último, concluyó a favor de la eficacia de la hidroxicloroquina, al tiempo que afirmó que la vacunación no tiene eficacia demostrada.4Es natural que los humanos sufran de sesgo intrínseco en el proceso de juicio. Sin embargo, la situación actual parece ser el resultado de un entorno fuertemente polarizado que llevó a esta desafortunada conspiración para reemplazar los criterios científicos por intereses políticos.Brasil ha sido un ejemplo de dos fenómenos opuestos: la tendencia de un gobierno populista a socavar la ciencia y la resistencia de los científicos bajo un fuerte régimen democrático que apoya la libertad de expresión. Creemos que con el apoyo de la comunidad científica internacional, esta última prevalecerá.