doi: https://doi.org/10.1038/d41586-021-03832-5
Recopilado por Carlos Cabrera Lozada. Miembro Correspondiente Nacional, ANM puesto 16. ORCID: 0000-0002-3133-5183. 10/01/2022
La epidemia de coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2) en el sur de África se ha caracterizado por tres ondas distintas. La primera se asoció con una mezcla de linajes DE SARS-CoV-2, mientras que la segunda y tercera olas fueron impulsadas por las variantes Beta y Delta, respectivamente.1–3. En noviembre de 2021, los equipos de vigilancia genómica en Sudáfrica y Botswana detectaron una nueva variante del SARS-CoV-2 asociada con un rápido resurgimiento de infecciones en la provincia de Gauteng, Sudáfrica. A los tres días de la carga del primer genoma, fue designado variante de preocupación (Ómicron) por la Organización Mundial de la Salud y, en tres semanas, había sido identificado en 87 países. La variante Ómicron es excepcional por portar más de 30 mutaciones en la glicoproteína espiga, que se predice que influirá en la neutralización de anticuerpos y la función de pico.4. Aquí, describimos el perfil genómico y la dinámica de transmisión temprana de Ómicron, destacando la rápida propagación en regiones con altos niveles de inmunidad poblacional.