A principios de enero de 2021, el COVID-19, causado por el síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2 (SARS-CoV-2), había provocado más de 83 millones de casos confirmados y más de 1 · 8 millones de muertes. El espectro clínico de la infección por SARS-CoV-2 es amplio e incluye infección asintomática, fiebre, fatiga, mialgias, enfermedad leve del tracto respiratorio superior, neumonía viral grave potencialmente mortal que requiere ingreso hospitalario y muerte.1 Los médicos observan la persistencia síntomas y disfunción orgánica sustancial e inesperada después de la infección por SARS-CoV-2 en un número creciente de pacientes que se han recuperado, como se observó anteriormente en el brote de SARS.2 Sin embargo, COVID-19 es una enfermedad nueva y persiste la incertidumbre con respecto a la posible secuelas de salud a término. Esto es particularmente relevante para los pacientes con síntomas graves, incluidos aquellos que requirieron ventilación mecánica durante su estancia hospitalaria, para quienes se esperarían complicaciones a largo plazo y una recuperación incompleta después del alta. Desafortunadamente, existen pocos informes sobre el cuadro clínico de las secuelas de COVID-19. El estudio de Chaolin Huang y colegas en The Lancet es relevante y oportuno. Describen el seguimiento clínico de una cohorte de 1733 pacientes adultos (48% mujeres, 52% hombres; mediana de edad 57 · 0 años, IQR 47 · 0-65 · 0) con COVID-19 que fueron dados de alta de Jin Yin- Tan Hospital (Wuhan, China). Seis meses después del inicio de la enfermedad, el 76% (1265 de 1655) de los pacientes informaron al menos un síntoma que persistió, siendo la fatiga o la debilidad muscular el síntoma informado con mayor frecuencia (63%, 1038 de 1655). Más del 50% de los pacientes presentaban anomalías residuales en las imágenes de tórax. La gravedad de la enfermedad durante la fase aguda se asoció de forma independiente con el grado de deterioro de la difusión pulmonar durante el seguimiento (razón de probabilidades 4 · 60, IC del 95%: 1 · 85-11 · 48), y el 56% (48 de 86) de los pacientes requirieron cánula nasal de alto flujo, ventilación no invasiva y ventilación mecánica invasiva durante su estadía en el hospital con capacidad de difusión pulmonar deteriorada