Ank A. Agarwal, et al. doi:10.1001/jamainternmed.2023.7733
Recopilado por Carlos Cabrera Lozada. Miembro Correspondiente Nacional, ANM puesto 16. ORCID: 0000-0002-3133-5183. 21/02/2024
Resumen
La obesidad es la enfermedad crónica más prevalente del mundo y se ha reconocido cada vez más como un problema de salud pública mundial. Tiene efectos alarmantes en la salud y supone una carga para los sistemas de atención de la salud en todo el mundo. De 2013 a 2016, aproximadamente la mitad de los adultos estadounidenses emprendieron iniciativas de pérdida de peso, lo que refleja las preocupaciones generalizadas sobre el peso y los esfuerzos hacia una vida más saludable. Al mismo tiempo, el ascenso de los medicamentos contra la obesidad (OMA) en la conciencia general se puede atribuir a su eficacia reportada y a la escasez de alternativas rentables o accesibles para una gran proporción de la población. 1 Sin embargo, la elaboración de intervenciones apropiadas para la obesidad exige la creación de criterios de valoración clínicos adecuados. Argumentamos que, al centrarse solo en la pérdida de peso como el principal punto final de la medicación para el peso, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) está fomentando medidas inexactas de la eficacia de la medicación tanto para los pacientes como para los médicos.