Aporte para el portal por: Dra. Lillia Cruz, Academia Nacional de Medicina, Individuo de Número Sillón XIX. 11/01/2022.
La enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) es una entidad clínica multifactorial cuya prevalencia está en alza, que es del 15% en la población mundial.
En Latinoamérica, la prevalencia es del 11.9% al 31.3% (en Argentina la prevalencia de pirosis o regurgitación es del 23%, mientras que la prevalencia de esofagitis por reflujo es del 35%).2 El impacto de la ERGE sobre la calidad de vida relacionada con la salud, así como el ausentismo laboral que provoca, son importantes y afectan de forma desigual según el área geográfica, el sexo y el perfil clínico. Además, la incidencia está creciendo en las últimas décadas, lo cual trae como consecuencia un incremento en la tasa de complicaciones, como el adenocarcinoma de esófago, y en los costos en salud.1,2 La ERGE se define, por consenso, como los síntomas o las complicaciones resultantes del reflujo del contenido gástrico hacia el esófago, la cavidad oral (incluida la laringe) o los pulmones. La ERGE puede clasificarse, además, como la presencia de síntomas sin erosiones en el examen endoscópico (enfermedad por reflujo no erosiva [ERNE]) o síntomas de ERGE con erosiones presentes (enfermedad por reflujo erosiva [ERE]).1-3
La interacción de distintos factores en el tracto gastrointestinal superior, como el paso del material gástrico (ácido, pepsina, sales biliares, enzimas pancreáticas) al esófago, los daños en la barrera antirreflujo de la unión gastroesofágica y la pérdida de los mecanismos de defensa y reparación en el epitelio esofágico, influyen en la fisiopatología de la ERGE.2