José Niz Ramos, La enfermedad de las siglas | Revista de Ginecología y Obstetricia de México (ginecologiayobstetricia.org.mx)
Recopilado por Carlos Cabrera Lozada. Miembro Correspondiente Nacional, ANM puesto 16. ORCID: 0000-0002-3133-5183. 08/11/2023
Resumen
En los documentos enviados a Ginecología y Obstetricia de México, frecuentemente al revisarlos, nos topamos con un exceso de siglas o abreviaturas y, en muchas ocasiones, mal escritas.
El mal uso y abuso de abreviaturas y siglas que entorpece la lectura de los artículos médicos no solo se observa en nuestra revista sino también en las redes de Facebook y Twitter, ahora llamado X, u otras plataformas semejantes. Por ejemplo, nos encontramos con q, en lugar de qué; pr q, en lugar de por qué; s o n, en lugar de sí y no; o ads, en vez de adiós o el espantoso a k hr t aps?, en lugar de ¿a qué hora te apareces? Si bien algunos expertos refieren que si se utiliza en redes y los demás lo comprenden no hay problema, pero yo pienso que sí lo hay porque se distorsiona el lenguaje y se entorpece la buena comunicación. Ahora bien, si solo se utilizan en el entorno informal, el problema existe para el bien de la comunicación, pero no es grave. El inconveniente aparece cuando se les emplea en algún documento formal, como el escrito médico.
La abreviatura es la representación de una palabra o de las palabras de una frase con alguna de sus letras, la primera de ellas ha de ser la inicial de la palabra abreviada. Cada palabra abreviada termina con un punto situado en la posición de una vocal. Por ejemplo, Serv. Ginec. es la abreviatura de Servicio de Ginecología.1
Sigla es la palabra formada por el conjunto de letras iniciales de una expresión compleja como, por ejemplo, IMC (Índice de Masa Corporal) y COMEGO (Colegio Mexicano de Especialistas en Ginecología y Obstetricia).1
Los acrónimos son un caso específico de siglas, pues utilizan la forma de abreviar por suspensión aplicada no solo a la letra inicial de cada palabra, sino también a algunas de sus sílabas. Son, por tanto, palabras formadas al descomponerse en otras palabras, sean o no iniciales como, por ejemplo, DIU (dispositivo intrauterino), radar (que proviene de radio detection and ranging).1
Actualmente existen muchos autores que opinan en torno al poco beneficio que tiene el empleo de abreviaciones, siglas y acrónimos, porque son materiales imprecisos y peligrosos, sujetos al capricho del autor y carentes de equivalencia internacional, lo que puede llevar a confundir la realidad que tratan de describir, ya que una misma abreviación o sigla puede tener diferentes significados.
Ya desde 1979, en la primera edición del How to Write & Publish a Scientific Paper, Robert Day2 señalaba en un capítulo especial “Cómo y cuándo usar abreviaturas” y sugería que “al escribir, el autor hará bien en usar un mínimo de abreviaturas. El editor mirará su artículo con mejores ojos y los lectores le quedarán eternamente agradecidos. No hacen falta más sermones al respecto porque, a estas alturas, usted mismo habrá tropezado indudablemente en las obras científicas con abreviaturas no definidas e indescifrables. Recuerde, simplemente, cuánto le molestó encontrarse con aquellos acertijos, y haga conmigo el voto de no volver a contaminar la bibliografía científica con abreviaturas no definidas.”
Se debe ser muy prudente con el empleo de las siglas, el Diccionario de siglas médicas,3 en la letra A dice A: Abdomen, Aborto, Aguas (meconiales), Analítica, Anestesia. Anexo. Antecedentes, Años, Aurícula; y en AA: Abdomen agudo, Alcohólicos anónimos, Amenaza de aborto, Aminoácido, Anemia aplásica, Aorta abdominal, Aorta ascendente, Apendicitis aguda. Por lo tanto, hay siglas con diferentes significados (polisémicas), lo que puede producir falsas interpretaciones, por lo que en cada caso habrá que elegir el significado que pueda corresponder al texto que estamos leyendo, por lo que es más adecuado anteponer el nombre completo cuando se menciona por primera vez y en cada sección del artículo.