DOI: https://doi.org/10.47449/CM.2021.2.4 Isis Nezer de Landaeta. Individuo de Número, Sillón XXVII, ANM. 08/05/2021
Consideraciones Generales
La Universidad contempla entre sus deberes la misión de transmitir el saber, pero también la de inculcar unos valores y actitudes que les confieran a los estudiantes su caracterización como verdaderos universitarios, en nuestro caso particular, como verdaderos médicos. Desde hace ya varias décadas, especialmente desde la existencia de los Seminarios de Educación Médica, se ha venido señalando como uno de los problemas capitales de la educación, el desequilibrio que hay entre la enseñanza de los valores y la de los saberes.
En nuestra sociedad tecnocrática y materialista, no debe extrañarnos que el fiel de la balanza se incline hacia el lado de la ciencia, definiendo un perfil profesional con un importante contenido técnico y más bien escaso en elementos axiológicos.
No debe interpretarse lo anterior como una desvalorización del conocimiento científico y tecnológico, ya que son muchas las razones que nos obligan a aspirar a la óptima preparación técnica y científica de nuestros alumnos, pero es necesario reconocer la grave situación que se presenta por la desarmonía entre estos dos componentes de la misión de la Universidad.
El avasallante progreso de la medicina desde la segunda mitad del siglo XX, la gran novedad histórica de la técnica actual, pone más que nunca al médico ante situaciones que afectan su conciencia ética personal y la Universidad ha dejado al estudiante frente a un vacío que es necesario llenar, incluyendo en el plan de estudios de la carrera médica la formación ética de los futuros profesionales.