Sección I – Editorial
Rafael Muci-Mendoza 2016-8-86-I-98
Elogio de las comparaciones… Cánidas reflexiones de un perdiguero.
Asumo las culpas de lo que voy a escribir. mis colegas que me perdonen por pegarle a la familia…cuando era sólo un humilde y humillado bachiller, me dijeron mis maestros que la medicina era sólo una… y en lo particular, es algo con lo cual quiero, ansío, estar de acuerdo; pero a poco de graduarme de médico y competir en la batalla contra el dolor entre dos frentes, uno por las mañanas con los pobres del Hospital Vargas de Caracas y otro por las tardes, con los otros pobres de quienes vivo, muy pronto descubrí que eran aquellas, bellísimas palabras, pero que en los hechos era… ¡una terrible farsa…! la medicina hospitalaria era muy diferente de la medicina privada; como quien dice, una cuaternaria y otra primaria; entonces, me sentí ¡como un imbécil! –lo de sentir es un eufemismo-pensé que había descubierto la pólvora, pero… vino otro descubrimiento, aquello de que mis pacientes lo sabían desde hacía más de cien años. y veamos por qué lo digo: cánidas reflexiones… en mi hospital, las puertas principales y accesorias, no están abiertas. De las dos hojas de las rejas que el progreso colocó en sus dinteles, sólo una permanece entre abierta y como en cualquier país subdesarrollado como no existe educación ni buenas maneras, hay que pelear con el que viene saliendo para poder entrar.