BM. Volumen 9, No. 107, Noviembre 2017

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Sección I – Editorial
Rafael Muci-Mendoza

Elogio de la observación: cualidad de genios. Sobre enfermedades y escritores. Una de las situaciones clínicas de máximo impactoy mayor dramatismo sobre la vida de un individuo, sus allegados y la sociedad, es el accidente cerebro-vascular agudo, pues a menudo interrumpe las funciones que gobiernan la autonomía del ser,sumiéndolo en la postración y la dependencia. No raramente decreta la muerte biográfica, al amenazar de manera radical los proyectos y sueños anteriores a la enfermedad, y peor aún, de ser muy severo o agravarse, hace cercana la posibilidad de nuestra muerte biológica. Es el enemigo que no podemos ver, que, ya se mimetiza con un día claro y radiante, ya con una noche oscura y rutinaria, en el que se abalanza pesadamente sobre uno, tal vez sin síntomas premonitorios que nos adviertan de su blando o feroz ataque. Es como un relámpago en un cielo azul, que nos toma por sorpresa, no atinando a precisar de dónde viene o cuál es su objetivo. Con temor, es designado por el común de las gentes de muy diversas maneras, “embolio (a)”, “derrame”, “ataque cerebral”, “apoplejía”, suerte de Babel de orígenes o confusión decausas, o mediante un nombre apolillado y en desuso como el de “congestión cerebral”, concepto estancado en un pasado donde campeaba el desconocimiento científico o en el mejor de los casos, buscaba una mejor vía de expresión. Aunque podemos estar libres de toda culpa al momento de atacarnos, casi siempre existe una larga historia de abusos conscientes o instintivos, frutos de la ignorancia o de la indiferencia -a despecho del conocimiento-. A la imagen del sujeto antiguamente llamado de temperamento sanguíneo, ese, “de complexión robusta, desarrollo muscular y plenitud vascular por abundancia de sangre”, ha dado paso una serie de factores, llamados de riesgo, responsables de su producción, pues su sumatoria a la larga resulta ser el fin de un camino de autodestrucción, labrado al paso de los años.

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