David S C Hui, et al. DOI: 10.1016/S2213-2600(24)00382-5
Recopilado por Carlos Cabrera Lozada. Individuo de Número, ANM Sillón VII. ORCID: 0000-0002-3133-5183. 26/11/2024
Resumen
A medida que se acerca el quinto aniversario de la aparición del SARS-CoV-2 en diciembre de 2024, el panorama mundial está sobrecargado por epidemias recurrentes, interrupciones de la cadena de suministro, cambio climático, pérdida de biodiversidad, tensiones geopolíticas, migración, profundización de las desigualdades, malnutrición y erosión de la confianza en las instituciones mundiales.1–3 Estas crisis ahora eclipsan la atención mundial que anteriormente fue impulsada por la pandemia de COVID-19. A pesar de las muchas lecciones aprendidas durante sus primeros años,4–7 Las respuestas políticas y de salud pública mundiales a las pandemias de COVID-19 y viruela símica siguen siendo fragmentadas e inadecuadas. La Cumbre del Futuro de las Naciones Unidas, celebrada los días 22 y 23 de septiembre de 2024,
8 ejemplifica estos desafíos continuos porque anteriormente no logró establecer una Plataforma de Emergencia de las Naciones Unidas durante las etapas iniciales de la pandemia de COVID-19 debido al estancamiento político y las preocupaciones de soberanía. Esta oportunidad perdida subraya la necesidad de un enfoque adaptable y centrado en la equidad para romper el ciclo de negligencia, pánico y complacencia.