El brote de la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) es causado por el síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2 (SARS-CoV-2). La pandemia aparentemente comenzó en diciembre de 2019 en Wuhan, China, y desde entonces ha afectado a muchos países de todo el mundo, convirtiéndose en una gran amenaza mundial. Los investigadores chinos informaron que el SARS-CoV-2 podría clasificarse en dos variantes principales. Sugieren que investigar las variaciones y características de estas variantes podría ayudar a evaluar los riesgos y desarrollar mejores estrategias de tratamiento y prevención. Las dos variantes se denominaron tipo L y tipo S, en las que el tipo L prevaleció en un brote inicial en Wuhan, provincia de Hubei en China central, y el tipo S era filogenéticamente más antiguo que el tipo L y menos prevalente en una etapa temprana, pero con un aumento posterior de frecuencia en Wuhan. Hubo 149 mutaciones en 103 genomas secuenciados del SARS-CoV-2, 83 de los cuales no eran sinónimos, lo que provocó una alteración en la secuencia de aminoácidos de las proteínas. Actualmente se están dedicando muchos esfuerzos a dilucidar si estas mutaciones afectan o no a la transmisibilidad y virulencia vírica. En esta revisión, resumimos las mutaciones en el SARS-CoV-2 durante la fase temprana de la evolución del virus y discutimos la importancia de las alteraciones genéticas en las infecciones.