Cristina Stanescu, et al. Revista Respiratoria Europea 2024 63: 2301568; DOI: 10.1183/13993003.01568-2023
Recopilado por Carlos Cabrera Lozada. Miembro Correspondiente Nacional, ANM puesto 16. ORCID: 0000-0002-3133-5183. 21/06/2024
Resumen
El aumento de la exposición a las copas de los árboles alrededor del lugar de residencia al nacer previno el riesgo de desarrollo de asma infantil, pero este efecto protector puede reducirse cuando aumenta la exposición a las malas hierbas y al polen de los árboles https://bit.ly/3Tboabo
Al editor:
El asma es una enfermedad caracterizada por sibilancias, tos y dificultad para respirar, y constituye la enfermedad crónica más prevalente entre los niños [1]. Se han identificado varios fenotipos específicamente en la población pediátrica, e incluyen sibilancias transitorias tempranas, sibilancias/asma actuales y asma leve o moderada [2]. Los comportamientos de estilo de vida, la genética, los factores maternos y paternos y las exposiciones ambientales se han identificado como factores de riesgo en la etiología multifactorial del asma infantil [3].
Un creciente cuerpo de evidencia sugiere que la exposición temprana a la vegetación en entornos urbanos podría desempeñar un papel en la salud respiratoria de los niños y prevenir el desarrollo del asma infantil [4, 5]. Esto puede explicarse por varios mecanismos posibles. Por ejemplo, las áreas más verdes pueden reducir la exposición a factores ambientales nocivos para la salud respiratoria, incluida la exposición a la contaminación del aire ambiente, la exposición al ruido/molestias y la exposición al calor extremo. El acceso a la vegetación urbana puede animar a los niños a pasar más tiempo al aire libre, lo que puede tener efectos positivos en la actividad física y la exposición a una microbiota más diversa [4]. Por el contrario, la exposición a la vegetación urbana también puede coexistir con la exposición a fuentes de aeroalérgenos (por ejemplo, el polen en el aire). De hecho, los estudios han encontrado que la exposición prenatal y de la primera infancia a diferentes tipos de polen se asoció con una mayor probabilidad de síntomas respiratorios en los niños, así como con un mayor riesgo de desarrollar asma durante la infancia [6-8]. Sin embargo, la exposición al polen en el aire rara vez se ha considerado en los estudios que investigan los efectos de los entornos naturales urbanos y el asma infantil.