Reflexiones sobre los éxitos de las vacunas pediátricas

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Dra. Kathryn M. Edwards,  doi:10.1001/jama.2025.0865

Recopilado por Carlos Cabrera Lozada. Individuo de Número, ANM Sillón VII. ORCID: 0000-0002-3133-5183. 08/02/2025

Resumen

Mi primera experiencia memorable con las vacunas ocurrió cuando estaba en la escuela primaria. Durante varios veranos, a mi madre le preocupaba que yo contrajera poliomielitis en mis clases de natación. En la década de 1950, más de 15 000 personas desarrollaron poliomielitis paralítica cada año en los Estados Unidos, algunas murieron y algunas quedaron con complicaciones graves. 1 Todo el mundo conocía a alguien que había contraído la poliomielitis. Para mí, fue el hermano de mi compañero de clase el que tenía hipoxia relacionada con la poliomielitis y quedó con discapacidades de por vida. Para apoyar el desarrollo de vacunas, llené tarjetas de March of Dimes y les pedí a mis vecinos que hicieran lo mismo. Recuerdo ir a mi escuela primaria el domingo con cientos de personas para recibir un terrón de azúcar que contenía una vacuna oral viva atenuada contra la poliomielitis. Todos estaban ansiosos por vacunarse. A una edad temprana, me di cuenta del poder de la prevención cuando la enfermedad desapareció con la vacunación generalizada. Que la ciencia podía ser apoyada públicamente y conquistar el contagio fue una lección temprana para mí.

Academia Nacional de Medicina