CM. Informe: «Investigando en Venezuela. Capacidades de Ciencia, Tecnología e Innovación para superar la Crisis en Venezuela.» 09/12/2020

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Investigando en Venezuela. Capacidades de Ciencia, Tecnología e Innovación para superar la Crisis en Venezuela.

Rafael Rangel-Aldao, Editor

Este informe, patrocinado por el International and Development Research Center, (IDRC), y el Global Development Network (GDN), tiene la autoría de muy distinguidos expertos en el tema como son, Alexis Mercado, Ignacio Avalos, Isabel Sánchez-Rose, María Antonia Cervilla, María Sonsiré López, y Hebe Vessuri. El objeto fundamental del estudio fue,

«…identificar las oportunidades que aun en esta situación se comienzan a ver en instancias sociales y productivas, fundamentales para contribuir a superar la crisis humanitaria; entre ellas, dos de suma importancia: la salud y la seguridad alimentaria, y las ingenierías, vistas desde la perspectiva del fortalecimiento de las actividades CTI.

A través de cuatro secciones principales, lo autores describen en detalle y con abundante soporte documental, la crisis histórica de la Venezuela del siglo XXI. El espectro abarca no solo la salud, seguridad alimentaria y las ingenierías, sino a todo lo relacionado con la economía, la industria, los servicios públicos, y sobretodo, el desmantelamiento de la capacidad nacional de educación, ciencia, tecnología, e innovación, así como la debacle de la inversión en todo lo que tiene que ver con la inteligencia y conocimiento. La narrativa se sustenta en como el país se fue sumergiendo en la nada desde 1983 hasta 2020, es decir, después de décadas de progreso y estabilidad económica.

El informe, sin embargo, decepciona un poco en el logro de sus fines, pues de ninguna manera señala una visión concreta de futuro, ni tampoco siquiera esboza las soluciones específicas para aprovechar esas «oportunidades» que permitan «contribuir a superar la crisis humanitaria», y mucho menos su aplicación en la «salud, seguridad alimentaria y las ingenierías.» El lector esperaría mucho más ante la reunión de talento, experiencia y conocimiento de tan distinguidos autores. El informe esgrime su maestría en el diagnóstico, certero, cuantitativo, y devastador que ya todos conocemos, cuya extensión descriptiva supera el ochenta por ciento del escrito (36/42 páginas), mientras que la tan esperada respuesta final sobre el como identificar y aprovechar esas oportunidades de la crisis, se desenvuelve en manifestaciones abstractas de buena voluntad, en las cuatro últimas páginas (39-42, y pocas líneas de la 43).

En cuanto a la visión futura, el escrito apenas toca el impacto local del Covid-19, un «cisne negro» que desnudó todo para bien y para mal, en todas partes del mundo. La pandemia reveló las partes más íntimas de la atención de salud y su relación con la economía hasta en los países más avanzados del planeta. También reveló el Covid-19 la extraordinaria respuesta de los científicos venezolanos a la desinformación, el subregistro de diagnóstico, y cómo plantearon sus recomendaciones concretas y específicas sobre la forma más eficaz de atender la pandemia, y no solo fueron nuestros investigadores y académicos, sino también los médicos de instituciones de salud, públicas y privadas. En el «fortalecimiento de las actividades de CTI», el informe soslaya el impacto mundial de la llamada, Cuarta Revolución Industrial en la aplicación de data masiva, inteligencia artificial y salud, y de qué forma podría aplicarse esa plétora tecnocientífica en una futura Venezuela, sobretodo, al tomar en cuenta el activo que significa, como bien lo expresa el informe, el hecho de tener al menos, «2.04 investigadores y 200.000 profesionales» en el exterior. Para ello, bastaría recordar el beneficio que tuvo Venezuela con los programas de CONICIT, Fundayacucho, Ivic, y las universidades nacionales en las décadas setenta al noventa del siglo pasado.

Otro tema relativo a como «superar la crisis humanitaria», que sí se toca en el Informe, tiene que ver con la cooperación o asistencia internacional, pero aquí, de nuevo, son abstracciones lo que presentan los autores, como oportunidades:

«..se identifican también algunos grupos que acceden a financiamiento internacional y establecen cooperación de carácter informal con centros del exterior, o que les permite funcionar más allá de la subsistencia. Estas respuestas son producto de esfuerzos personales, porque la rigidez de las estructuras universitarias solo permite estas alternativas

…deberá existir una importante contribución financiera y técnica tanto de parte de estas organizaciones como de los organismos multilaterales.»

Miembros de algunas de estas agencias reconocen que debe prestarse más atención a la recuperación, aunque admiten que por la actual situación global generada por la pandemia se torna difícil.

Se insiste en la importancia de recomponer y/o crear una nueva institucionalidad como condición básica para la recuperación del ecosistema de la CyT y la creación de una nueva gobernanza, proceso que deberá contar con la participación activa de los actores citados y en el que la cooperación internacional debe desempeñar un papel clave.

De igual forma, el Informe es también impreciso en cuanto a otras alternativas que allí mismo plantean para salir de la crisis, tales como la cooperación con el sector privado, y con las ONG. No hay medidas ni recomendaciones concretas:

La iniciativa privada, a través de sus gremios, viene elaborando diagnósticos de la crisis y propuestas para superarla (e.g. participación en sistemas de capacitación de los trabajadores, vinculación con universidades y centros de I+DT para incrementar las capacidades tecnológicas en las cadenas productivas), haciendo incluso el compromiso de contribuir al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de Naciones Unidas (2015), enfatizando tres propósitos clave: erradicar la pobreza extrema, combatir la desigualdad y la injusticia, y solucionar el impacto del cambio climático.

Por su parte, las ONG y las fundaciones privadas se constituyen en actores clave de la sociedad civil. En 2018 se identificaban al menos 450 que funcionaban en todo el país, enfocadas en su mayoría en derechos sociales, económicos y culturales100. Algunas se integran a proyectos con universidades, procurando, incluso, enlaces con organizaciones afines en el exterior para acceder, a través de estas, a respaldo técnico y financiero de la cooperación.

Con relación al papel del Estado, que de manera admirable y prolija detalla el Informe, la forma en que ocurrió el desmantelamiento de la institucionalidad y la capacidad nacional de ciencia y tecnología entre 2003 y 2020, mediante sucesivas misiones y mayor centralización, no avizoran ellos tampoco, medida alguna sobre cómo acometer el futuro:

Por último, y esa es la gran incógnita, está el papel que le tocará jugar al Estado. Es evidente que en un escenario de cambio político sería el actor fundamental, tocándole afrontar un doble desafío: su propia recomposición institucional, simultáneamente con el esfuerzo de orientar y diseñar acciones para superar la crisis. Pero en un escenario sin cambios políticos, la subsistencia y recomposición del ecosistema de CyT quedaría principalmente sobre los hombros de los demás actores sociales, nacionales e internacionales.

El Estado no se va a «recomponer» a sí mismo de manera espontánea, ni tampoco existe ni existió jamás en Venezuela, un «ecosistema» de CyT, pues tanto la ciencia como la tecnología no son entes aislados de la economía ni del entorno político en general, de un país o una región. El Covid-19 demostró, una vez más, de manera elocuente y cruel, cuan juntas van la ciencia con la economía y la salud, tanto local como mundial. Las iniciativas de innovación en Venezuela, en particular las privadas, es otro tema que escapa al Informe sobre las oportunidades y soluciones de la crisis actual. En todo el capítulo final de Reinstitucionalización y Gobernanza, no se menciona la palabra innovación.

El Informe de tan calificados exponentes, del más alto nivel en los temas tratados, constituye un bien documentado y valioso aporte sobre las causas de la crisis. El análisis del editor es su apreciación personal, y no representa la opinión de la Academia Nacional de Medicina.

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